¿Cada cuánto tiempo se renuevan las ideas en las empresas? ¿Hay un día que mudan la piel al completo o van escamando poco a poco? Todos los empresarios en algún momento nos hemos preguntado si nuestros servicios seguirán existiendo pasado un tiempo. ¿Qué será lo demandado en el futuro? ¿Cuándo dejarán de ser solicitados? Todos sabemos que nuestros servicios de hoy no vivirán eternamente.

Es la lucha contra el tiempo, el reloj y la extinción. Es la pelea permanente por seguir siendo demandados, buscados y deseados. Es un combate constante por no acomodarnos, relajarnos y dejarnos llevar cuando el viento sopla a favor.

Aunque se producen saltos, cambios de inercia e impulsos, no hay un día en el que los empresarios mudamos la piel aprovechando que llega la primavera.

No funciona así. No nacemos con un catálogo que nos acompañe toda la vida. Ni damos la vuelta a la empresa cada 5 años. Es todo mucho más despacito, pasito a pasito.

Innovación “a goteo”. Sin catarsis. Sin disrupción. Pero esa innovación “a sorbitos” la que más responde a la realidad del empresario medio. Y no por eso es menos genial.

Y esto no ocurre por casualidad. Vamos desarrollando nuevos enfoques y nuevas herramientas que nos van renovando de forma constante. Para diferenciar nuestra marca, evolucionarla, sostenerla en el tiempo, defender o aumentar la cuota de mercado entran en juego estas dinámicas innovadoras.

Es un tema de adaptación natural y más innato de lo que pueda parecer. Estamos acostumbrados a trabajar en algo que no existía antes y a responder ante la incertidumbre.

Las empresas pequeñas y medianas tenemos la tranquilidad de contar con el conocimiento, la experiencia y la confianza de los clientes. Empresas con personalidad, expertas, rápidas y especializadas. Las capacidades están. El resto son nuestras herramientas de trabajo: la tecnología, el talento, la creatividad y el dinero.

Pero lo que las mueve es nuestro espíritu emprendedor para generar esa innovación incremental que hace que vayamos evolucionando cada servicio en algo mejor. La innovación es nuestra respuesta a la lucha diaria para no quedar estancados.

Lo difícil es cuando lo que queda obsoleta es la actitud, las ganas de emprender.

Tener coraje para invertir

Apostar por nuevas tecnologías, nuevos mercados, nuevos inversores y unión con otras empresas. Estamos hablando de grandes presupuestos que dan vértigo. Decisiones relativas a expansión, almacenes y desarrollos tecnológicos.

No tener miedo a arriesgar, a cambiar o a fallar

No todo lo que hacemos sale bien. No todos los proyectos a pesar de ser nuevos e innovadores, resultan rentables. Pero hay que mantener siempre un ojo en nuevos servicios que aunque hoy no son relevantes en facturación, nos mantendrán actualizados y renovados. Evitar quedar anclados en lo “que siempre se ha hecho y ha funcionado” para buscar evolucionarlos siempre buscando un equilibrio con la rentabilidad.

Dedicar tiempo a pensar

el valor más preciado en las empresas. Buscar espacios “sin ruido y sin prisa” no es tarea fácil y menos en los equipos de proyectos y clientes. Ellos son los que señalan en muchas ocasiones el camino. Si consigues bloquear espacios, incentivar el cuestionamiento y el extrañamiento y promover el diálogo e intercambio, has dado un gran avance. Has pasado de innovar por casualidad a fomentar la cultura innovadora. Nosotros hemos empezado esa lucha para facilitar que eche raíces.

Conclusión

Por encima de todo se necesita intención y valor.

Ciertamente necesitamos contar con medios. Pero también poner en valor las capacidades que ya tenemos de conocimiento, experiencia, rapidez y capacidad de resolución que nuestros clientes nos reconocen. El pasito a pasito consolida una innovación bien alicatada que nos permite evolucionar sin traumatismos ni sobresaltos.

Somos más lagartos que serpientes. Nuestro proceso de innovación responde más al cambio gradual de piel del lagarto que a la muda radical de camisa de las serpientes.

Permanecer inmóviles disfrutando de la situación actual cuando va a favor implicaría que en algún momento dejaríamos de respirar. Bloquear ese cambio natural favorece que esa capa de piel se convierta en algo tan duro que no lo podremos romper y en el futuro nos impedirá crecer.

Así funciona la lucha por la vida en las empresas. La innovación es parte de nuestro ciclo natural.

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